Adiós a las armas

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Dice el numeral 17 de las Instrucciones del Año XIII “…que no podrá violarse el derecho de los pueblos para guardar y tener armas”.

Se dirá que es cosa de otras épocas. Que suena más a poesía, pero que ahora el mundo ha cambiado. Que hay que “aggiornarse” y adaptarse a la realidad.

Los franceses acabaron con la monarquía al grito de “libertad, igualdad, fraternidad”.

¿También suena a poesía? Hay que “aggiornarse”.

Fue cuando dejamos de ser súbditos sujetos a la autoridad de otros y pasamos a ser ciudadanos con derechos y libertades. Dejamos de ser siervos para ser hombres libres.

Pero hay como un impulso a mandar al otro. Y a prohibir. Es la tentación totalitaria. Sujetar a toda la gente ya sea por orden divina o por obra y gracia de una burocracia encaramada en el partido: la “nomencklatura”. Y esto no es poesía. ¡Cuidado! Se le puede preguntar a cubanos, venezolanos y nicaragüenses. O si no fijarse en Rusia, China, Persia.

Fidel incumplió su promesa de llamar a elecciones. Sus defensores y él mismo decían que no hay mayor democracia que la del pueblo en armas -incluso hasta citaban a la segunda enmienda de EEUU-. Concluida esa etapa, se acabaron las armas en manos del pueblo. Ni un cortaplumas. Hasta hoy.

La revolución facilita las cosas. En democracia es diferente: debe cumplirse con ciertos requisitos burgueses. El asunto es ir prohibiendo. Se va por partes, al principio las cosas mas aceptables o engañosas tabacos, sal, alcohol, bancarización. Se hace un especial hincapié en la tenencia de armas. Las armas en manos del pueblo, de los ciudadanos son un riesgo. Que las maneje solo el estado.

Y en eso estamos por aquí. Se señala lo que pasa en EEUU, donde cualquiera pueda comprar una ametralladora de última generación o un obús. Si ellos se han relajado en un problema de ellos; “allá los rubios del norte”. Acá se trata de un problema de legitima defensa, de seguridad personal, de proteger la casa y lo que es de uno. Incluso la propia vida frente a los malandrines. Nada que ver una cosa con la otra.

En Uruguay en la materia ya existe un regulación bastante estricta pero a la ves respetuosa de los derechos mínimos de los ciudadanos. Del derecho a defenderse, concretamente.

Sin embargo, la lógica prohibicionista ha recrudecido con un nuevo proyecto limitativo. Como si no fuéramos adultos, y el FA nos tiene que enseñar y decir que tenemos que hacer. Se manejan números y se habla de tenencia de armas registradas en manos de la población, entre las que se incluyen las que están en manos de la policía y las Fuerzas Armadas. Y sobre las no registradas se dan cifras al tun tun. Ese es una dato sobre el que nadie tiene elementos para manejar: los delincuentes se niegan a ir a la Jefatura a registrar sus armas. Se habla de violencia doméstica, como si en ese ámbito todo se manejara a los tiros. ¿Y qué hacemos con los cuchillos, incluso los de cocina. ¿Y con los facones? ¿Y con las hachas y las sogas y las propias manos que estrangulan?

En Europa usan ómnibus para matar gente. ¿Qué hacemos, también los prohibimos?

¿Será necesario un permanente control siquiátrico de toda la población para ver si pueden tener armas?. Ya de paso considerar si están síquicamente preparados para votar.

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Tenso debate entre Mario Bergara y Fernando Marguery.

Fuente:  elpais.com.uy [ver artículo]

El senador frenteamplista asistió al programa para debatir sobre el proyecto de ley de tenencia de armas que presentó en el Parlamento.

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Esta boca es mía abordó la problemática de las armas de fuego, a raíz de un proyecto de ley presentado por el senador Mario Bergara, que apunta a ajustar la regulación sobre la tenencia responsable de armas.

El legislador fue el invitado al programa de Teledoce y protagonizó varios cruces con el panelista Fernando Marguery. Primero, el periodista de Radio Rural cuestionó los números sobre la presunta cantidad de armas que hay en el país y que Bergara estimó en 1,2 millones entre legales e ilegales.

"No sé dónde está esa información. Sería bueno acceder a ella porque la precisión en los números es importante", le dijo en referencia sobre todo a las armas en poder de la delincuencia. Bergara le dijo que se trataba de una estimación fundamentada en estudios internacionales.

Pero sobre el final del programa se produjo el contrapunto más intenso. "Hay un dato que me gustaría aportar porque además es en un país sobre el que el senador Bergara puede tener cierta simpatía: ese país prohibió el uso de armas y tiene la tasa de homicidios más alta de toda América. Hizo un canje grande de armas por electrodomésticos y está prohibido el uso de armas de parte de la población", comentó. Cuando le preguntaron de qué país hablaba, Marguery respondió: "Venezuela". 

"Yo tengo simpatía por los pueblos, no por los países. Pero discutamos sobre este proyecto, no sobre lo que usted imagina que dice el proyecto. Aquí no dice nada de intercambio o canje de armas por bicicletas o electrodomésticos", replicó el senador y luego reafirmó que no se está planteando "desarmar a la gente".

Pero Marguery acotó: "Sí limitar el acceso". El senador discrepó: "No, no se plantea limitar el acceso. Cambia el parámetro y fortalecer controles".

El panelista puso como ejemplo los permisos más cortos de tenencia de armas que prevé el proyecto. "Usted habla mucho de libertad y de responsabilidad y lo menos que tiene este proyecto es libertad y responsabilidad", le dijo al senador.

"Es un disparate lo que usted está diciendo", respondió Bergara y subió la temperatura del debate. "Usted solo dice cosas sensatas", comentó con ironía Marguery.

 Luego Bergara siguió la defensa del proyecto y Marguery intervenía de fondo: "Muy amable, Bergara, muchas gracias"

"Permítame hablar", le pidió el legislador pero al panelista se negó: "No lo dejo hablar, porque usted no me dejó hablar a mí, por lo tanto yo tampoco lo voy a dejar hablar"

Finalmente, intervino Victoria Rodríguez para dar cierre al bloque del programa.

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Hacia el desarme en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

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El vínculo entre desarme, control de armas y desarrollo

La idea de que el desarme y el control de armas están vinculados no es nueva. El artículo 26 de la Carta de las Naciones Unidas reconoce el desarme como una condición previa para la paz duradera, la seguridad y el desarrollo, haciendo una petición de mantenimiento de la paz y seguridad internacionales con el mínimo desvío posible de los recursos humanos y económicos del mundo para las armas.

No obstante, durante mucho tiempo, el desarme había ido desapareciendo en gran medida de la agenda para el desarrollo. Esto ha sido así a pesar de las claras evidencias de que la acumulación excesiva de armas desvía los recursos necesarios para el desarrollo e impulsa los conflictos armados y la violencia, provocando muertes y sufrimiento innecesarios, desigualdad social y degradación ambiental. Por lo tanto, la incapacidad de establecer sistemas de control de armas y desarme eficaces resulta devastador para el desarrollo socioeconómico, la paz, la seguridad y el bienestar humano.

El Secretario General lo reconoció en su nuevo programa para el desarme, en el que describió «un gran potencial» para que las actividades de desarme nos hicieran avanzar más en nuestra persecución de los objetivos de desarrollo.

El programa, puesto en marcha el 24 de mayo de 2018, ofrece nuevas perspectivas para integrar mejor el desarme y el control de armas en nuestro trabajo en otras prioridades internacionales clave, yendo más allá de nuestra tendencia a observar este asunto urgente desde una perspectiva de seguridad limitada y aislada. En lugar de eso, nos motiva a incluir el desarme y el control de armas dentro del alcance de nuestro trabajo sobre el desarrollo sostenible, la prevención de conflictos y la consolidación de la paz.

Desarme y control de armas: una contribución a la paz y la seguridad

La Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ofrecen una oportunidad única para revisar la relación histórica entre el desarme y el desarrollo. Aunque el ODS 16 sobre sociedades pacíficas e inclusivas, justicia e instituciones firmes reconoce que la paz y unas condiciones duraderas de seguridad son necesarias para el desarrollo a largo plazo, tenemos que entender mejor los diversos ámbitos en los que el alcance de los objetivos de desarme puede contribuir a la implementación de los ODS. Todos los Estados Miembros se han comprometido a adoptar este enfoque integrado.

Una preocupación central para el desarme y el control de armas es la protección de los civiles del impacto de las armas. Las medidas para prohibir o restringir determinadas armas en terrenos humanitarios desempeñan un claro papel a la hora de reducir la violencia armada y las tasas de mortalidad relacionadas, que es un objetivo del ODS 16.1. La urbanización cada vez mayor del conflicto armado y el uso de armas explosivas en pueblos y ciudades tiene impactos especialmente devastadores sobre la población civil, provocando muertes y heridos, desplazamientos forzados y la destrucción de los medios de subsistencia y las infraestructuras. En respuesta al aumento de la violencia armada, las Naciones Unidas respaldan los esfuerzos de los Estados Miembros de desarrollar limitaciones adecuadas, normas comunes y políticas de conformidad con las leyes humanitarias internacionales sobre el uso de armas explosivas en zonas pobladas.

A través del ODS 16.4 para reducir de forma significativa los flujos de armas ilícitos, la Agenda 2030 refleja explícitamente la importancia del control de armas para promover la paz, la seguridad y el desarrollo sostenible, al tiempo que el desarme y el control de armas pasan a estar dentro del alcance de las políticas de desarrollo. Para proporcionar soluciones sostenibles y coherentes con un enfoque firme de desarrollo relativo al problema del escaso control de armas, las Naciones Unidas establecerán un servicio fiduciario de asociados múltiples mediante el Fondo para la Consolidación de la Paz, contribuyendo así a los objetivos del ODS 16.4 y 16.a para fortalecer las capacidades institucionales de los Estados con el fin de evitar la violencia, el terrorismo y el crimen.

Desarme y control de armas: una contribución a una Agenda 2030 más amplia

El avance en los objetivos de desarme y control de armas también respalda la consecución del resto de ODS, desde una buena salud y educación de calidad hasta la igualdad de género, el crecimiento económico, un menor número de desigualdades y ciudades seguras.

El desarme y el control de armas puede impulsar el progreso para alcanzar el ODS 3 sobre buena salud y bienestar, ya que la violencia armada es la principal causa de la muerte prematura y el origen clave de heridas, discapacidad, trauma psicológico y enfermedades. También existe una preocupación cada vez mayor sobre el riesgo de adquisición y uso de armas biológicas. Para abordarla, las Naciones Unidas consolida la capacidad de los Estados Miembros para llevar a cabo la Convención sobre las Armas Biológicas y establecerá una capacidad permanente para realizar investigaciones sobre el presunto uso de las armas biológicas.

El ODS 4 sobre educación de calidad se beneficia de la educación sobre el desarme, que fomenta una cultura de paz y no violencia. Crear conciencia sobre los asuntos de desarme enfatiza los enfoques para reducir y eliminar los conflictos violentos. También motiva los esfuerzos para mejorar la seguridad nacional e internacional en niveles inferiores de armamento. Dicha educación transmite conocimiento y habilidades que motivan a las personas a participar en la consecución de objetivos de desarme concretos.

Con respecto al ODS 5 sobre igualdad de género, el desarme con perspectiva de género y el control de armas tienen una importancia reconocida a la hora de eliminar la violencia contra las mujeres y niñas tanto en ámbitos públicos como privados. Las armas tienen diferentes impactos en las mujeres, los hombres, las niñas y los niños. Aunque los hombres y niños contabilizan las muertes más violentas y suponen la mayoría de usuarios y propietarios de armas, las mujeres y niñas son, con más frecuencia, las víctimas de la violencia de género promovida por armas pequeñas, incluida la violencia doméstica y sexual. Para abordar la violencia contra las mujeres, es fundamental que las consideraciones de género se tengan en cuenta en el desarrollo de leyes y políticas sobre el desarme y el control de armas. También tenemos que cambiar los estereotipos predominantes de género relativos a la masculinidad y asociados con la propiedad y el uso de las armas pequeñas, que aumentan el riesgo de violencia de género.

Además, existe una estrecha relación entre el desarme y la consecución del ODS 8 sobre el trabajo digno y el crecimiento económico. Los estudios de las Naciones Unidas han demostrado que el gasto militar excesivo tiene un impacto negativo en el crecimiento económico, la inversión de capital y el empleo. Reducir los presupuestos militares puede disminuir estos efectos negativos y permitir que el gasto público se redirija a programas centrados en las personas para el desarrollo social y económico. Estas medidas también contribuirán a que se alcance el ODS 10 para que haya menos desigualdades. Para fomentar el control mutuo del gasto militar, las Naciones Unidas buscan oportunidades para el diálogo regional y el desarrollo posterior de iniciativas de fomento de la confianza.

La transparencia y las iniciativas de fomento de la confianza, como el Informe de las Naciones Unidas sobre Gastos Militares, pueden aumentar la confianza entre países, lo que generaría una mayor estabilidad. Este y otros instrumentos de transparencia, como el Registro de Armas Convencionales de las Naciones Unidas, en el que los Estados informan de las importaciones y exportaciones de armas, fomentan las instituciones eficaces, responsables y transparentes, un compromiso clave del ODS 16.6.

El desarme y el control de armas contribuyen también al ODS 11 sobre seguridad, resiliencia y sostenibilidad de ciudades y asentamientos humanos. En muchos países, los depósitos de armas y munición se encuentran en zonas pobladas en las que las explosiones no planeadas pueden provocar grandes niveles de bajas, heridos y desplazados, además de pérdidas económicas y destrucción de los medios de subsistencia y las infraestructuras. Durante las últimas décadas, más de la mitad de los Estados han experimentado explosiones accidentales en zonas con munición. La gestión segura y protegida de arsenales, incluida la identificación de excedentes y su destrucción, ayuda a evitar que se produzcan dichos incidentes. A través del desarrollo y la divulgación de normas, directrices y mejores prácticas, las Naciones Unidas apoyan a los Estados a la hora de mejorar la seguridad física y la gestión de arsenales de sus armas y munición. Las Normas Internacionales para el Control de las Armas Pequeñas y las Directrices Técnicas Internacionales sobre Municiones son ejemplos excelentes de esos esfuerzos.

Por último, la comunidad de desarme puede contribuir a una gobernanza global más inclusiva, un objetivo expresado en los ODS 5.5 y 16.8. Para lograr mayor inclusividad, tenemos que seguir promoviendo la participación igual e íntegra de las mujeres en todos los procesos de toma de decisiones sobre el desarme y apoyar la participación activa de todos los Estados, especialmente los países en desarrollo, en los foros de desarme. Un mecanismo de desarme más inclusivo dará lugar a resultados de las políticas más eficaces y sostenibles en todos los aspectos de la paz y la seguridad, y debería ser uno de los puntos en los que centrar en mayor medida nuestros esfuerzos.

Mirar hacia el futuro: fortalecer las alianzas para el desarme

Considero que la inversión en el desarme y el control de armas es una inversión directa en la paz y la seguridad a largo plazo, y, por lo tanto, en el desarrollo sostenible. Los ODS proporcionan un marco completo y universal para la acción, y me comprometo a establecer y reforzar las alianzas y colaboraciones para alcanzar los Objetivos. Avanzar en el desarme y el control de armas supone una diferencia real para el desarrollo. Reconocer este hecho a una escala mayor hará que el mundo sea más seguro, más próspero y esté mejor preparado para enfrentarse a los retos del siglo XXI.

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Cómo el control de armas se convirtió en un instrumento de tiranía en Venezuela.

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¿Venezuela está pagando el precio por adoptar el control de armas?

La naturaleza impactante del colapso económico de Venezuela ha sido cubierta ad nauseam. Sin embargo, un aspecto de la crisis venezolana que no recibe mucha cobertura es el régimen de control de armas del país.

Fox News recientemente publicó un excelente artículo que destaca el arrepentimiento de los ciudadanos venezolanos por las políticas de control de armas que el gobierno venezolano ha implementado desde 2012. Naturalmente, este arrepentimiento está justificado. El gobierno venezolano se encuentra entre los más tiránicos del mundo, con un historial comprobado de violaciones de las libertades civiles básicas, como la libertad de expresión, la devaluación de su moneda nacional, la confiscación de propiedades privadas y la creación de controles económicos que destruyen la productividad del país.

Las elecciones han demostrado ser inútiles, ya que han estado llenas de corrupción y cargos de manipulación del gobierno. Para muchos, tomar las armas es la única opción que le queda al país para deshacerse de su gobierno tiránico. Sin embargo, el gobierno venezolano ha hecho bien en evitar un levantamiento al aprobar el control de armas draconiano que se detallará a continuación.

La falta de una tradición de segunda enmienda en Venezuela

Históricamente hablando, Venezuela nunca ha tenido una historia sólida del porte de armas privado como la de los Estados Unidos. La ausencia de una Segunda Enmienda o el control del monopolio del gobierno federal sobre el uso de armas de fuego es un vestigio de su legado colonial. Sus señores coloniales españoles no poseían una cultura política de propiedad de armas de fuego civiles. Fueron principalmente los militares y la nobleza terrateniente los que sostuvieron armas de fuego durante toda la era colonial. Esta tradición ha persistido incluso después de que los países latinoamericanos se separaron de España en la década de 1820.

Adelantándose al siglo XX, Venezuela comenzó sus primeros intentos de modernizar su política de armas. En 1939, el gobierno venezolano promulgó la Ley de Armas y Explosivos que estableció el monopolio del estado venezolano sobre el uso de armas de fuego. El Estado era la única entidad que podía poseer “armas de guerra” que incluía: cañones, rifles, morteros, ametralladoras, carabinas, pistolas y revólveres. Los civiles solo podían poseer rifles y escopetas .22, y en ciertas circunstancias podían poseer armas de fuego siempre que obtuvieran una licencia.

El papel de las ideas progresistas en la consolidación del estatismo venezolano

Las ideas importan.

No es de extrañar que Venezuela se haya embarcado en esta escapada de control de armas a fines de la década de 1930. Este fue un período en el que el estatismo estaba de moda en todo el mundo como lo atestigua el auge del fascismo y el comunismo en Europa. Incluso durante la era del New Deal, los EE. UU. iniciaron su primera incursión en el control federal de armas con la aprobación de la Ley Nacional de Armas de Fuego (NFA por sus siglas en inglés) de 1934. A pesar de sus políticas contra las armas, Venezuela al menos mantuvo cierta apariencia de gobierno limitado en asuntos económicos hasta los años setenta.

Sin embargo, la nacionalización de su industria petrolera en la década de 1970 y las subsiguientes desaceleraciones económicas de las décadas de 1980 y 1990 sacudieron las bases institucionales de Venezuela. El país estaba maduro para una toma demagógica.

La agenda anti-armas de Hugo Chávez

Cuando el hombre fuerte socialista Hugo Chávez tomó el poder, no solo se mantuvo intacta la orden de control de armas anterior de Venezuela, sino que también se amplió. El artículo 324 de la Constitución actual de Venezuela (la vigésimo sexta en su historia) mantuvo el monopolio anterior del Estado sobre las armas de fuego y colocó a las Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela como la entidad a cargo de regular todas las armas de fuego en Venezuela.

En 2002, el gobierno venezolano aprobó la primera versión de la Ley de Control de Armas, Municiones y Desarme, reforzando el agarre de hierro de las armas de fuego en Venezuela. Una década más tarde, la ley se modificó para mejorar el alcance del control de armas y otorgó a las Fuerzas Armadas de Venezuela el poder exclusivo de controlar, registrar y potencialmente confiscar armas de fuego.

Bajo la bandera de la lucha contra el crimen, Venezuela implementó una prohibición sobre la venta de armas de fuego y municiones en 2012. Al igual que otras prohibiciones de armas, esto resultó inútil en la lucha contra el crimen. Según las estadísticas del Observatorio de Violencia de Venezuela, la tasa de asesinatos en Venezuela aumentó de 73 asesinatos por cada 100.000 personas en 2012 a 91,8 asesinatos por cada 100.000 personas en 2016.

Control de armas: Convertir a los ciudadanos en sujetos desarmados

Los venezolanos ahora están indefensos ante un gobierno que se opone a sus libertades civiles, al mismo tiempo que destruye su sustento económico. Como si no fuera suficiente, los venezolanos de todos los días deben soportar la delincuencia desenfrenada y la constante amenaza de los colectivos, las infames unidades paramilitares pro gobierno de Venezuela.

Si bien el control de armas en sí mismo no conduce automáticamente a la tiranía, los eventos históricos nos recuerdan que las intervenciones bien intencionadas de gobiernos anteriores pueden ser utilizadas por la siguiente ronda de agentes políticos con propósitos infames. Las prohibiciones, confiscación y registro de armas de fuego le dan al estado un virtual monopolio de la violencia, convirtiendo a sus ciudadanos en sujetos indefensos. Cuando el caucho se encuentra con el camino, una población desarmada no tiene oportunidad contra un Leviatán bien armado.

Los extranjeros pueden burlarse de la Segunda Enmienda de los Estados Unidos, pero es uno de los derechos de mayor alcance que los redactores de la Constitución se aseguraron de proteger. La agitación política puede surgir en cualquier momento y los ciudadanos deben tener un medio final para protegerse en caso de que se hayan agotado todas las opciones institucionales.

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