Del lector: Proyecto para la contención del uso de armas

delincuentes

Fuente: Lamañana.uy - 12 de junio de 2022

Por estas líneas quería comentar un proyecto de ley presentado por el Senador Mario Bergara, el cual, tras una lectura minuciosa, es necesario explicar luego de analizarlo, porque pasa eso, se analiza y uno no puede más que sorprenderse por el grado de oportunismo que demuestra el Senador cuando presenta esto, que no es más que un mal compendio de cosas ya en aplicación y otras que no son sostenibles. A menos que su fuerza política esté preparando su retorno al poder y pretenda perpetuarse con algún modelo como el utilizado en algunos países de la región, por lo cual, es necesario desarmar a la población, para no tener inconvenientes a futuro. Quizás ese es el espíritu de este divague presentado.

Se hace referencia a Izumu Nakamitsu en el prólogo, abogando por la reducción de armas, ¿pero de cuáles? Porque para las Naciones Unidas armas se refieren particularmente a las presentes en zonas de conflicto, porque la ONU se crearon para evitar conflictos armados, no para imponer restricciones en los derechos de los ciudadanos de un país. Esto debe quedar claro desde el inicio, somos un país independiente y con leyes que nos enmarcan, no podemos, pese al anhelo internacionalista de algunos, acatar todos y cada una de las corrientes que entran en moda en otros lugares, porque en ese caso, el cargo ocupado por el Senador Bergara dejaría de tener significado y debería ser anulado, ya que otros estarían haciendo su trabajo.

En los motivos, se establece que…“parten de asumir la centralidad y la competencia exclusiva del Estado en materia de seguridad pública…”, lo cual hace que volvamos al inicio de esto, ¿están preparando un régimen al estilo de “las democracias diferentes” que ellos admiran? Esto realmente debe ser un llamado de atención y alerta.

El paragrafiado de la ley es cuando menos audaz, por decir poco, porque establece, solapadamente, desarmar a los ciudadanos, algo que ni la dictadura se atrevió a hacer, aun cuando la guerrilla llevo adelante acciones armadas contra las instituciones públicas y personas de nuestra nación. Realmente dictatorial, o más bien, preparatoria a una dictadura.

Los artículos del proyecto divagan espléndidamente repitiendo cosas que ya están en ejecución, creando más órganos de “asesoramiento”, y que extrapolando, debemos creer que en tema armas la opinión de un doctor es tan importante como la de un mecánico a la hora de realizar operaciones o tratamientos médicos.

Acá se sigue atacando a las armas como si fueran la representación del mal en su estado más puro, pero no, tenemos sobre un universo de 600 mil y algo de armas, unas 80 mil más que la que había durante la última “dictadura”. O sea superaban el medio millón en poder de la gente y aquí mi pregunta es, los que peinamos canas, ¿le teníamos miedo a las armas en esos años? ¿No será que no son las armas y si son las personas las que mal utilizan estas? Porque si hablamos de números, seguramente mueren más en accidentes de tránsito que todas las provocadas por las armas y no por eso prohibimos los automotores, sin dejar de olvidar que en Francia el atentado más grande perpetrado fue realizado con un camión y en Estados Unidos, con aviones. Y no veo prohibiciones de uso de camiones y/o aviones…

El problema no son las armas, son las generaciones que se criaron bajo el manto protector de un Estado que les dijo que tenían derecho a todo, que podían tomar todo lo que quisieran, y que la culpa de todos los males la tiene la sociedad.

Tengamos presente que la inseguridad que padecemos es provocada por individuos que no respetan ningún tipo de regulación, por lo cual, regular algo, es para ellos, mejor aún, porque sus víctimas, no tendrán forma de repelerlos. La inseguridad no es causada por las armas de fuego, ya que estas, aunque no existieran, serian sustituidas por otras tales como armas blancas, palos, martillos, etc.

Y acá tenemos un dato curioso a tener en cuenta, el atuendo tradicional del “gaucho” u hombre de campo nuestro, lleva con orgullo un facón (arma blanca) incorporado, y si alguno se remonta a la “rastra” o cinto grueso, en los modelos más antiguas incluso lleva una “canana” o bolsillo para armas de fuego.

Ponernos a rebatir cada uno de los divagues que uno encuentra en el texto sería mucho más extenso, por lo cual no amerita más que reafirmar que esto, aparte de un oportunismo claro, configura un alineamiento genuflexo ante los poderosos intereses que en EE.UU. bregan desde hace muchas décadas por el desarme de la población civil.

Daniel Olivera